La Panga
Autor: Mayahuel Hurtado Ortiz
Se acercan las fechas de la celebración del Día Internacional de la Mujer y es ese festejo el que propicia que las instituciones de gobierno entreguen reconocimientos a quienes consideran por méritos o hasta por amiguismos ser nombradas como Mujer del Año.
Todavía está presente en la memoria colectiva aquel incidente de hace algunos años donde el Ayuntamiento de Manzanillo, sin modificar la forma de elegir a las ganadoras, se dedicó a hacer un listado de microempresarias y dueñas de negocios para otorgarles ese reconocimiento, entre ellos, lo recibió un integrante de la comunidad LGBTTIQ, lo que causó la indignación de grupos y organizaciones defensoras de los derechos de la mujer y aquellas enfocadas a la defensa de la comunidad lésbico-gay.
Ese premio debe otorgarse de acuerdo a los parámetros de selección avalados por un Cabildo, con la finalidad de no exponer innecesariamente a ninguna persona a ser cuestionada socialmente por la falta de méritos, porque es amiga de un organizador, porque aún los diversos géneros no tienen una categoría dentro de este premio y en otros casos más sentidos, porque nunca se le ha entregado a una ciudadana común, de esas que todos los días salen a dar su mejor esfuerzo para sacar a su familia adelante.
Le podría algunos ejemplos de quiénes serían las nominadas desde mi punto de vista para recibir este premio, porque resulta molesto que una ex diputada, ex funcionaria estatal, alguna empresaria, dirigente de organización política, siempre estén recibiendo esos reconocimientos. La pregunta es: ¿Se debe abrir una categoría para mujeres trabajadoras como usted y como muchas jefas de familia que todos los días salen a trabajar jornadas de 8 horas o más para llevar el sustento al hogar y que han sido ejemplo de formar buenos ciudadanos, pues con sus esfuerzos han conseguido que sus hijos culminen una carrera universitaria y hoy en día sigan preparándose?, aquí les van algunos ejemplos:
Empleadas en el área de cocina: Muchas llevan años trabajando con escasos salarios y ayudándose con actividades extras, hay muchos ejemplos, entre ellas jóvenes que actualmente están concluyendo el bachillerato y otras más que ya terminaron una carrera en la Universidad, son madres entregadas a sus hijos, pretendiendo que ellos sí logren alcanzar las metas que ellas no lograron.
Las señoras con puestos en el mercado: Llevan décadas vendiéndonos verdura, carne, pollo, comidas, ropa, generando empleos y también hay que decirlo, apoyando a sus hijos para que sean honrosos ejemplos de ciudadanos que actualmente trabajan en alguna empresa o sector público, a ellas debería dárseles también el reconocimiento.
A esas señoras de la tercera edad que vemos en los cruceros o afuera de las oficinas de gobierno vendiendo comidas u otros productos, que son una clara muestra de que la edad no es una limitante para trabajar dignamente y que la independencia de la mujer no tiene fecha de caducidad.
Ahora vámonos con las profesionistas, e iniciaré con las que todos los días cuidan a los hijos ajenos, me refiero a las educadoras y maestras, quienes no solamente cumplen con la función de educar, sino que también apoyan a los alumnos que viven en condiciones de marginación dándoles alimento, materiales para que trabajen en el salón e incluso en el caso de secundarias, hay quienes apoyan para que los adolescentes tengan para sus pasajes. Muchas de ellas pagan cada quincena una cuenta en la cooperativa escolar y hay otras que llevan suficientemente comida para compartirlas con los alumnos. Orientan a los niños y adolescentes cuando ven la ausencia de los padres y se convierten en el brazo protector y paño de lágrimas de los hijos olvidados. Para ellas también debería de existir un reconocimiento de las instituciones públicas.
No puedo dejar de mencionar a las enfermeras, mujeres que doblan jornadas o rolan turnos para cuidar a los pacientes e incluso darles una atención de calidad humana a los enfermos que no cuentan con el apoyo y cuidados de sus familiares, siempre con una sonrisa dando los medicamentos, tomando la temperatura y la presión. A las médicos que tienen esa sensibilidad de hacer a un lado lo que marca el protocolo y se ponen la camiseta humanista para atender a un paciente, ellas también merecen un reconocimiento.
No menos importante pero para cerrar con broche de oro, a todas las mujeres trabajadoras, bien sean empresas portuarias o en fábricas, tiendas de autoservicio y departamentales, todos los días, salen a cumplir con su jornada laboral para regresando cuidar de sus hijos, sabemos que hacen muchos esfuerzos para sacarlos adelante sacrificando horas de descanso para de forma extra conseguir más recursos, ahí también hay historias muy conmovedoras y dignas de contar de madres de familia que orientaron a sus hijos y que hoy son ciudadanos de bien. También ellas merecen un reconocimiento.
Creo que hay muchas candidatas para ser consideradas por las instituciones y otorgarles la presea de Mujeres del Año. Para todas ellas mi reconocimiento y gratitud por abonar todos los días desde su trinchera los esfuerzos para formar buenos ciudadanos, principal mérito que debe de reconocer la autoridad.