PARACAÍDAS
Una de las funciones primordiales de quienes nos dedicamos a reflexionar sobre las problemáticas de nuestro entorno no es sólo decir la verdad sobre asuntos de interés general sino, no menos importante, desvelar las mentiras de los gobernantes o actores políticos de una comunidad a fin de no obstaculizarle su real bienestar, sobre todo en épocas en que la percepción adquiere mayor veracidad que la verdad misma. Refiero lo anterior porque dentro del discurso que el diputado Vladimir Parra ha orquestado con respecto a la iniciativa que propuso de reforma a la Ley Orgánica de la Universidad de Colima ha manejado como su principal motivación el asunto de la gratuidad educativa. Es tomando la bandera de la gratuidad (algo que tiene grandes efectos electorales, por cierto, que el diputado pretende utilizar a su favor) como el mencionado legislador ha vendido la idea de la necesidad de reformar la Ley Orgánica universitaria, haciendo creer a la sociedad que sólo reformando la ley orgánica universitaria es como se va a conseguir esta gratuidad que traerá grandes beneficios a la sociedad. Pero esto, todo esto, es una gran mentira, y no sé si realmente sea una mentira que proviene de la ignorancia del propio diputado Parra Barragán o que tiene su origen en su malicia, que yo más bien creo que es en esto segundo. Por si la sociedad no lo sabe, el principio de gratuidad en la educación vino a cristalizar con la reforma al artículo 3 constitucional del 15 de mayo de 2019 pasado, con lo cual se estableció la obligatoriedad de la educación como parte de la responsabilidad del Estado y, con ello, el compromiso de darle gratuidad a la educación pero sólo en dos aspectos: la inscripción y las colegiaturas, y no en el resto de los servicios que ofrece una universidad. En virtud de esto, el estado federal, junto con los estatales, adquirió el compromiso de otorgar recursos extraordinarios para poder darle viabilidad a esta gratuidad, obligación que no corresponderá a las universidades, y esta política pública educativa se establecerá en todas las universidades del país, no es solo privativa de Colima ni tampoco es solo propuesta del diputado Vladimir Parra, como lo ha querido él capitalizar. Por tanto, la idea de la gratuidad que se ha adjudicado el diputado Vladimir Parra como suya y que ha querido poner como el principal beneficio que traería la reforma a la ley orgánica de la Universidad de Colima que él mismo propone es simplemente un engaño absoluto, pues la gratuidad es un proyecto de dimensión federal y no una propuesta local impulsada por el legislador y su grupo. Es muy temerario de parte del diputado Vladimir Parra que, incluso en su última carta abierta al rector Hernández Nava, hable de la gratuidad como si se tratara de una promesa personal ideada por él mismo en beneficio de la sociedad colimense, y que pretenda, además, hacer creer que solo se puede llegar a ella reformando la ley orgánica de nuestra casa de estudios, medida que sería, lo hemos dicho hasta el cansancio, violatoria de la autonomía universitaria. La gratuidad, insisto, se empezará a dar de forma gradual en todas las universidades del país, empezando por aquellas que lo requieran más urgentemente, para así continuar hasta cubrir todo el territorio nacional, y esto se hará con recursos que el propio estado (federal, local) tendrán que proveer, pues de lo contrario será imposible. En resumen, la sociedad tiene que empezar por saber que es una política educativa nacional que llegará en su momento a nuestra máxima casa de estudios y que nada tiene que ver con la iniciativa de reforma a la ley orgánica propuesta por el referido diputado. De tal manera que sabiendo la sociedad que la gratuidad estará garantizada por tratarse de una política pública nacional, el afán del diputado Vladimir Parra, que la había convertido en su bastión para así darle legitimidad a la reforma a la ley orgánica universitaria, carece ya de todo sentido, lo que no lo exime de la responsabilidad de haberle estado mintiendo con esto a la sociedad que representa.