Autor: Rogelio Guedea
La pasada contienda electoral, donde Morena arrasó prácticamente en el Congreso local, federal y en los municipios, dejó la impresión de que el PRI y el PAN en la entidad habían quedado sepultados sin derecho a la resurrección. A simple vista la tentación del fracaso vitalicio del PRIAN podría ser seductora, sin embargo ambos partidos a nivel local no están tan muertos como parecen. Una lectura más de largo plazo nos enfrenta a dos escenarios insoslayables: por un lado, el escenario que nos imponga el trabajo impecable que Morena pueda realizar en las posiciones que ganó gracias, en gran medida, a la avanzada lopezobradorista. Este trabajo impecable podría reducir en gran medida la posibilidad del PRI y del PAN locales para hacerse de posiciones en el 2021, sobre todo si entran en la contienda con candidatos desgastados y electoralmente poco atractivos. El otro escenario, que también podría cristalizar sin problema dado lo que hasta ahora se está evidenciando en los ediles y legisladores morenistas, es que este grupo político defraude a la ciudadanía con un trabajo mediocre y, en cambio, el PRI y el PAN preparen sus huestes (lo que incluye también ser una buena oposición y un buen contrapeso contra los lopezobradoristas) para los comicios de 2021. Lo anterior sólo podría suceder si el PRI y el PAN no sólo zanjan sus diferencias internas (se dice que en el PAN los dos grupos antagónicos, los de Jorge Luis Preciado y Pedro Peralta, ya limaron asperezas), sino, lo más importante aún, se deciden a darle oportunidad electoral a nuevos rostros y perfiles políticos, no a los mismos de siempre, muchos de los cuales cuentan ya con la desaprobación (iracunda o soterrada) de la ciudadanía. Si el PRI o el PAN dan el salto mortal, rompen sus propios paradigmas políticos y se renuevan permitiendo el ingreso (incluso externo) de nuevos cuadros que aporten a la renovación de estas fuerzas políticas, sólo entonces tendrán posibilidad de recuperar posiciones para 2021, incluso de retener la gubernatura (en el caso del PRI) o de ganarla (en el caso del PAN), esto sin olvidar que hay un Movimiento Ciudadano que puede tener una participación mucho más trascendental en las próximas elecciones que las que tuvo en la pasada, pero cuyo análisis no incluyó en este momento porque me he centrado en los partidos (el PRI y el PAN) que más daños tuvieron en los comicios pasados. El reciente nombramiento de Walter Oldenbourg como secretario de Fomento Económico del gobierno estatal, luego de haber sido un candidato ciudadano del PRI a la alcaldía municipal de Colima, puede verse como un claro ejemplo de esta nueva dirección que podría tomar el PRI para prepararse para 2021, pues el propio Oldenbourg, de hacer un buen trabajo como secretario de Estado, bien podría ser el candidato de los rojiblancos a la gubernatura del Estado, o volverlo a ser para la presidencia municipal, donde el hoy secretario de Fomento Económico hizo un honroso papel. Lo que debe hacer PRI y PAN, entonces, es muy sencillo: debe impedir que los nuevos actores políticos nazcan muertos o viejos, esto es con las mismas malas mañas que sus antecesores, y sean en cambio propuestas que cumplan con las exigencias de honestidad, moderación, transparencia y eficiencia que pide una sociedad que ya no cree ni en partidos ni en grupos y, hay que decirlo con todas las letras, a punto está de ya no creer ni en candidatos.